El presidente Alberto Fernández anunció este viernes un nuevo acuerdo crediticio con el FMI que le permitirá ganar tiempo para pagar la deuda de más de 40.000 millones de dólares, contraída durante el gobierno de Mauricio Macri, y que debía reembolsarse entre 2022 y 2023.

«Teníamos una deuda impagable que nos dejaba sin presente ni futuro y ahora tenemos un acuerdo razonable que nos va a permitir crecer y cumplir con nuestras obligaciones a través de nuestro crecimiento», explicó el jefe de Estado.

Se trata de un acuerdo de Facilidades Extendidas por unos 44.500 millones de dólares, que reemplazará al stand-by tomado en 2018 por ese mismo monto.

La diferencia entre uno y otro estriba en los plazos de pago. Mientras el stand-by concentraba los vencimientos entre 2022 y 2024, el nuevo acuerdo de facilidades extendidas ampliará esos plazos al período entre 2026 y 2032.

El programa establece para cada desembolso un período de repago de 10 años, con cuatro años y medio de gracia. En la práctica, esto significa que Argentina no pagará la deuda con el FMI hasta 2026 logrando continuar en la «senda de la recuperación» que pregona el Gobierno.

Los compromisos asumidos tendrán revisiones técnicas cada tres meses, durante dos años y medio. Cada revisión estará acompañada por un desembolso (condicionado a la aprobación de la revisión). Las revisiones finalizarían en el segundo semestre del 2024.

Este viernes el Gobierno pagó al FMI poco más de 700 millones de dólares, el primer vencimiento de capital de este año, según confirmó esta mañana el ministro de Economía, Martín Guzmán. Los siguientes vencimientos deberían financiarse con los fondos del nuevo programa.

Según el analista Augusto Tagliani: «El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional tuvo junto a la discusión técnica una pulseada geopolítica. El gobierno de Alberto Fernández siempre apostó a un apoyo decisivo de la administración de Biden para ablandar al FMI. Un apoyo que cuando se demoraba buscó empujar con coqueteos con Rusia y China que ahora habrá que ver como administra (…) Otra de las certezas que se lleva el Gobierno es que la solución política del acuerdo potenciará la relación de Argentina con Estados Unidos en términos políticos, comerciales y de cooperación ambiental, uno de los puntos de más consenso. Con este panorama, el oficialismo descarta el giro hacia Rusia y China que era un plan B si le negociación fracasaba y estaba en los planes del ala más radicalizada del kirchnerismo que hasta último momento barajó la posibilidad de entrar en default». Y añade: «Un crecimiento de capitales chinos y rusos en obras de infraestructura, transporte o energía podría incomodar a intereses norteamericanos, como también el futuro debate (aparentemente a finales de 2023) sobre la red 5G que adoptará la Argentina y que hoy es la principal foco de tensión entre Washington y Pekín. Estas tensiones también pondrán a prueba la estabilidad del Frente de Todos dado que los embajadores en Rusia y China tienen sus terminales en el Instituto Patria».

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