Por Claudio Zlotnik
El Gobierno puso sobre la mesa de negociación con el FMI una de las cuestiones más controversiales del (futuro) acuerdo: la evolución del dólar oficial.
Martín Guzmán tiene la idea de que la cotización del dólar vuelva a correr este año por detrás de la inflación. Algo que ya sucedió a lo largo de 2021, cuando el dólar avanzó 23% contra una inflación del 50,9%.
La postura oficial contradice la pretensión de los negociadores del Fondo Monetario. Para los técnicos del organismo, el tipo de cambio no está atrasado, en términos históricos, pero la Argentina convive con una brecha superior al 100% que es inviable en el mediano y largo plazo.
En su prolongada negociación con el Fondo, Guzmán logró que el staff desistiera de la idea de una devaluación en el mercado oficial. Ahora el ministro va por más: que la cotización en el segmento mayorista vaya por detrás de la inflación.
El diagnóstico en el equipo económico es que no existe demasiado espacio para llevar a cabo esa estrategia. Que la diferencia entre la inflación y la suba del dólar no puede ser parecida a la del año pasado. Pero que sí termine varios puntos por detrás.
«No habría que sorprenderse si en el acuerdo se firma que este año habrá una inflación del 40% y que el dólar se moverá en la misma magnitud. Es probable que el dólar suba ese 40%, pero también es probable que la inflación sea de 50%», dice una fuente del gabinete económico a iProfesional.
Ese mismo funcionario admite que la evolución de la paridad cambiaria (oficial) es uno de los dos puntos más sensibles de la negociación. El otro es la actualización de las tarifas de los servicios públicos, con el objetivo de reducir los subsidios.
Una variable va enlazada con la otra en las conversaciones técnicas que se están llevando adelante, y que deberían finalizar este mismo mes para que el acuerdo sea aprobado por el Congreso y por el directorio del Fondo Monetario.
Una apreciación cambiaria daría lugar a un PIB más grande, medido en dólares. Y, de esa forma, sería necesario un ajuste menor de las tarifas para llegar a la meta de déficit fiscal de 2,5% del PIB para este año, que es lo que ya se acordó.
¿Aceptaría el FMI que el dólar corra otra vez por debajo de la inflación? ¿No sería acaso un acuerdo que no gane credibilidad entre los agentes económicos, algo también necesario cuando se hace este tipo de tratos?
Son todas cuestiones abiertas. Lo dicho más arriba: es muy probable que el acuerdo sea presentado como un «pari passu» entre el dólar y la inflación. Pero sobre una inflación que, probablemente, termine siendo más alta que la proyectada en los papeles.
Por ahora, en este flamante 2022, el dólar oficial se movió un poco más que el año pasado pero claramente sigue por debajo de la inflación.
En esta primeras semanas del año, la suba fue de 2,9%, lo que anualizado da una tasa de devaluación del 31,7%.
Otra vez: se trata de un rango más elevado que el año pasado, pero todavía menor a la inflación esperada: según el REM, el índice de precios de este año cerraría en torno al 55%.
Una devaluación más rápida también genera resquemor en el equipo económico. Guzmán y Pesce consideran que se trata de una decisión crítica. Muy riesgosa. Básicamente porque podría acelerar la dinámica inflacionaria.
Se sabe: aún con un tipo de cambio que el año pasado subió 30 puntos menos que la inflación, los precios subieron muy fuerte. ¿Cuál sería el escenario si la cotización del dólar se mueve más rápido? ¿Cuál sería el ancla?
La otra realidad es lo que el propio staff del FMI vino definiendo en reuniones informales con funcionarios y economistas profesionales durante las últimas semanas: la Argentina -dicen- no tiene un retraso del tipo de cambio. Dan la idea, eso sí, que no debería retrasarse.
Ahí está el punto de la negociación ahora. Sobre todo porque la Argentina convive con una brecha superior al 100%.
Está claro que si se mantiene esta brecha, también será muy complicado acumular los u$s5.000 millones de reservas en el BCRA, algo que ya se acordó.
Por eso será clave la suerte de las tasas de interés. El Gobierno y el FMI coincidieron en que deben ser «positivas» en términos reales. ¿Pero cuánto? ¿En qué nivel?
Un funcionario cercano a la negociación comentó a iProfesional que el FMI pretende que la tasa de interés sea tal que empuje a una reducción de la brecha cambiaria. Ese sería el test «ácido»: a cambio de que no hubiera una devaluación del dólar oficial, el Fondo piensa que debería ceder las cotizaciones de los dólares alternativos.
«La tasa de política monetaria es la que debe acercarse a la inflación. Hoy está en 46,2%, versus una expectativa de inflación de 55%. Luce muy baja», asegura un informe elaborado por los economistas de Quinquela Fondos de Inversión.
La apuesta es que una suba de las tasas de interés provoque un apetito por activos nominados en pesos. Junto a una estabilización del mercado cambiario, eso debería ayudar a desinflar las expectativas inflacionarias y también tendría que achiocarse la diferencia entre el dólar oficial y las cotizaciones alternativas.
Guzmán trabaja con la hipótesis que el acuerdo con el FMI tendrá un efecto inmediato en las expectativas de los agentes económicos. Más que nada porque el pacto asegura a la Argentina que contará con dólares para seguir con la recuperación. Además, el arreglo bloquea una devaluación en el mercado «oficial», al menos de manera «abrupta» que provoque una disrupción de la economía.
Un funcionario del equipo económico da una definición más, que escapa a lo técnico pero ayuda a entender el escenario político: «El acuerdo nos tiene que servir a todos. Al FMI, al Gobierno y también tiene que generar tranquilidad en la gente y en los empresarios. Darles la proyección de que habrá dólares para seguir creciendo. Todo esto se trata de ese objetivo final», afirma.
Por eso, en estos días, será clave ver cómo se cierran los números en torno a las variables críticas de ese acuerdo: las tarifas (plano fiscal), el mercado cambiario, que además debería ayudar a ser un ancla inflacionaria, y las tasas de interés. Todas, demás está decirlo, se conectan entre sí.